¿Reemplazará la Inteligencia Artificial a los Músicos?

Debido a que la tecnología está evolucionando constantemente y hemos visto grandes avances en la inteligencia artificial, no es raro que muchos de nosotros, independientemente de nuestras profesiones, nos preguntemos si, en algún momento, la inteligencia artificial podrá reemplazar a los humanos. Este es un tema muy interesante, porque la tecnología ha facilitado enormemente las carreras de los músicos a lo largo del último siglo. Hace poco era difícil para los músicos encontrar la manera de grabar su música, y ahora existen talentosos artistas que se graban a sí mismos en sus habitaciones. Entonces, naturalmente, esto me hace preguntarme qué sigue para la música clásica y qué papel jugará la inteligencia artificial en esta industria.

Recientemente, hemos visto a la inteligencia artificial crear una nueva canción de los Beatles. De hecho, la inteligencia artificial ha llegado hasta el punto de completar composiciones inconclusas de grandes genios como Beethoven. ¿Qué significa esto para nosotros, los intérpretes clásicos?

Mi comprensión de la inteligencia artificial es que toma muchísima información y la convierte en parámetros analíticos. La inteligencia artificial puede procesar una cantidad asombrosa de información muy rápidamente. Si toda esa potencia analítica se dirige a la historia de la música, evidentemente, podrá recrear patrones compositivos que, sin duda, serán muy cercanos al estilo compositivo original (por ejemplo, completar la Décima Sinfonía de Beethoven).

Sin embargo, lo que la IA nunca podrá recrear es la conexión espiritual y metafísica que conforma la intencionalidad de un compositor: o, en otras palabras, la parte emocional de la música. Para mí, este es el mundo de lo inefable, el mundo de la metafísica. Es este mundo de las sutilezas, este mundo sonoro, de algo tan sutil que la IA no podrá entrar en este universal. En este sentido ahí es donde también se establece esta vibración, esta conexión emocional con el oyente. Y, si bien la I.A. es excelente para procesar información, no siente ni crea arte de la misma manera que lo haría un humano.

Desde la perspectiva del intérprete, es exactamente lo mismo. La inteligencia artificial sólo puede replicar lo que hace un intérprete, pero no podrá alejarse mucho de eso; no creará nada verdaderamente nuevo. De alguna manera, esto es solo una traducción de información, en la que, como en el teléfono descompuesto, una parte del mensaje queda perdida: la emotividad, la humanidad, la autenticidad. Especialmente cuando se trata de una actuación en vivo. El momento presente lo dicta todo, porque es el momento en el que el intérprete resguarda el espacio emocional. No creo que la I.A. pueda replicar eso. Es la diferencia entre ir a una discoteca o un bar y escuchar la música que sale de los altavoces, versus disfrutar de la magia de una actuación en vivo. Simplemente no es lo mismo. Nosotros (tanto los intérpretes como el público) necesitamos ese momento emocional, esa conexión.

No obstante, creo que la I.A. podría ser beneficiosa para el proceso didáctico de aprender a interpretar. A este nivel, la I.A. podría categorizar la información que conforma tu repertorio y tu nivel técnico, y trazar un plan para que alcances tu próxima meta. Incluso podría crear tu repertorio, para que sea equilibrado, según tus necesidades y objetivos específicos. De hecho, es probable que esta tecnología ya se esté utilizando.

Veo la interpretación musical como una pirámide: En la base reside la técnica. Este es un proceso muy racional, que requiere que realmente percibas tu cuerpo y comprendas cómo interactúan tu mente y tu físico. En otras palabras, la técnica es la perfección del movimiento puro. En el centro de la pirámide existe la musicalidad. La inteligencia artificial podría participar en este segundo escalón: dándote opciones sobre cómo frasear una sección, dónde respirar, cómo armonizar cada elemento, etc. Y, en la cima de la pirámide se encuentra la intencionalidad, esta cualidad inefable, de la que hablé anteriormente. En esta etapa, no hay nada que la I.A. pueda hacer, porque proviene del espíritu humano.

Al final, lo que diferencia a un artista legendario de uno musicalmente competente es esta última sección de la pirámide.

Pablo Sainz Villegas